Negación:
Cuando perdemos algo que nos impacta en cualquier nivel, respondemos inicialmente con asombro y negación: “Esto no me puede estar pasando a mí.” Esta es la primera etapa del duelo.

Ira:
 Durante este tiempo nos sentimos molestos, irritables, como si la vida nos estuviera jugando una mala pasada. No aceptamos la pérdida y la vemos como una injusticia y a veces hasta un castigo.  “¿Porque me está sucediendo esto?” “¿Quién tiene la culpa?”.

Negociación:
“Hare un cambio en mi vida solo si eso significa que esto no me está sucediendo y no tengo que pasar por este dolor.”

Depresión:
“Ya no me importa nada, la vida no tiene sentido.”

Aceptación:
“Acepto y estoy en Paz con lo que está sucediendo.”


SINTOMAS DEL DUELO​
Durante este proceso de duelo podemos experimentar síntomas emocionales y físicos. Es un momento de gran vulnerabilidad física, mental, emocional y espiritual.
Podemos sentir ansiedad que llegue hasta un estado de pánico: falta de aire, atoramiento en la garganta, pulsaciones rápidas, problemas para dormir, náusea, mareos, opresión en el pecho y dolores de cabeza.

En el aspecto emocional, sentimos: rabia, frustración, confusión, culpa de seguir vivos, desorganización mental y miedos.
En el aspecto espiritual pudiéramos dudar de nuestra FE.


MANERAS DE MANEJAR EL DUELO
​Como somos Seres Humanos y Divinos, debemos de lidiar con este dolor calmando y sanando a todos nuestros cuerpos: Físico, Emocional, Mental y Espiritual.
A nivel físico y emocional/mental podemos hacer cosas en nuestro diario vivir que nos ayudan a sobrellevar y sobrepasar este proceso. Entendiendo que no todas las personas reaccionan por igual o manejan las crisis y situaciones de igual forma, cada uno adaptará, según sea su personalidad, carácter y formación cultural/social como llevará el proceso de duelo y cuanto tiempo le durará.

Por lo general, el duelo dura de 6 meses a un uno o dos años. Es normal que en este tiempo sintamos todo lo antes expuesto hasta que logramos superarlo. Cuando este proceso se alarga demasiado y la persona no logra superarlo, se puede convertir en una Depresión y pudiera necesitar ayuda profesional.
Algunas cosas que nos ayudan en el aspecto Físico/Emocional/Mental son:
- Tomarse un tiempo libre para experimentar, fluir y expresar el dolor. Llorar si es necesario, ya que el llanto puede ser muy sanador.
- Rodéate de las personas que te comprenden y comparten tu dolor. Háblales a ellos de cómo te sientes.
- Descansa, has cosas que te gustan, come una dieta balanceada y has ejercicio.
- Evitar drogas y alcohol ya que éstas pueden alterar más el estado de ánimo y se asocian a la Depresión.
- Vuelve a tu rutina.

- Busca ayuda profesional, si fuera necesario.
 Como nos Ayuda
 la Espiritualidad
      durante una
        Perdidida

Nuestro Ego se rebela a lo que no acepta y no puede controlar.
Prefiere vivir en la fantasía de lo que quiere para no enfrentar el dolor de la pérdida. Sin embargo para comenzar a sanar este dolor hay que comenzar por aceptarlo y resignarse para empezar a buscar otras soluciones. Por aceptación y resignación no queremos decir que nos rendimos al dolor. ¡NO! Simplemente entendemos que tenemos dentro de nosotros una contraparte Divina que nos da toda la Fuerza necesaria para lidiar con cualquier reto que la vida nos enfrente.
Entendemos que todo en esta vida es temporal. Pasamos por experiencias difíciles con el propósito de aprender a ser mejores. Así también aprendemos a comprendernos y a descubrir cuanto realmente podemos soportar y tolerar aunque pensemos que no.
Durante momentos de crisis es cuando el Ser Humano se crece ante la circunstancia que está viviendo y por instinto de preservación logrará superar lo que se proponga. Por más difícil que sea una prueba, generalmente la superamos.
¿Pero de donde viene esta Fuerza? La respuesta es sencilla: de nuestra  

                                                                                                        ALMA,
                                                                                    de nuestro Maestro Interno, el cual
                                                                                           está presente en cada momento y                                                                                                     situación de la vida, para indicarnos                                                                                                 el camino a seguir y como resolver                                                                                                   las situaciones. Claro está, debemos                                                                                                 y tenemos que reconocerlo y                                                                                                              escucharlo a EL.

                                                                                                ¿Cómo se escucha al ALMA?             La respuesta es sencilla también: a  través de la Meditación. Sabemos que la meditación y relajación no son lo mismo aunque para llegar a un estado meditativo, primero debemos saber cómo relajarnos.

Generalmente logramos estar tranquilos y relajados a través de la respiración. Una vez que llegamos a ese estado de Paz y Silencio interno comenzamos a entrar en ese espacio Sagrado, en donde comenzamos a escuchar paulatinamente a nuestro Maestro, a nuestra Alma que está siempre deseosa de hablarnos, guiarnos y aconsejarnos. Es escuchar al Dios de nuestros corazones, el cual siempre está presente incondicionalmente. Es entender que Dios está en nosotros y nosotros en EL.
Debemos también entender que cuando meditamos y hablamos con el Dios de nuestro corazón, es hablar directamente con esa Sabiduría Ancestral y Eterna que nos acompaña desde la Creación. Debemos siempre mantener esa comunicación, estando conscientes de preguntar y dialogar con El como si fuera nuestro mejor amigo, nuestro mentor, nuestro consejero Sagrado. Generalmente cuando meditamos, mantenemos un estado de receptividad y paz, esperando obtener respuestas casi por obra de “magia”. Esa magia la creamos cada uno de nosotros cuando dejamos que nuestro verdadero Ser fluya y nos manifieste toda esa Sabiduría que está dentro de cada uno.
Durante momentos de crisis, tristeza, desolación, pérdidas y angustia, recordemos que no estamos solos. Que dentro de nosotros tenemos lo más grande que existe: Dios en nosotros, nuestra Chispa Divina, el Dios de mi corazón que esta ahí para guiarme, confortarme, amarme y sobre todo recordarme que soy un Ser de Luz que tiene la Vida dentro de sí y que me recuerda que cualquier cosa que tenga en este mundo, no me pertenece realmente, pero si puede ser un instrumento para yo evolucionar. Esto incluye a mis seres queridos y todo lo demás. Como la Vida es continua y cuando desencarnamos o pasamos por nuestra transición a otro plano, solo nos llevaremos lo que aprendimos en esta vida y lo que debemos aprender en la próxima, entonces entiendo que todos nos volveremos a reencontrar de alguna forma, en otro lugar, y bajo otra circunstancia. Solo así vivo en un estado de Felicidad interna porque entiendo que en realidad no perdí nada. Los seres que se fueron siguen viviendo en otro plano y nos volveremos a encontrar para juntos seguir el camino evolutivo que han escogido.
La mayoría de las personas no saben esto porque no se enseña comúnmente de esta manera. Sin embargo, algunas religiones o filosofías como el Budismo y el Taoísmo sí explican esto muy bien. Desafortunadamente en el mundo occidental, aunque más adelantado tecnológicamente, olvida la parte más Sagrada del Ser Humano: su Alma y los procesos evolutivos por los que pasa un aspecto de Ella. Este aspecto se le llama Alma Personalidad y está muy ligada al libre albedrio.
Si aceptamos que el Alma es inmortal y esto si se enseña en las religiones occidentales, entonces sabemos que no morimos realmente. Nuestra Esencia vive eternamente, pasando por ciclos que la ayudan eventualmente a ascender hasta la Fuente Divina para no tener que volver a “nacer” en este plano de tercera dimensión. Ahí van todos los seres que se han relacionado a nosotros de una forma u otra, por lo tanto…¡¡ nos volvemos a encontrar!! Entonces, ¿Por qué estar tristes? Nuestra parte humana, en esta dualidad es la que duele, la que sufre y esto es normal. Solo si permitimos que nuestra Alma tome control de la situación, entendemos que una pérdida en esta realidad dual es pasajera y necesaria para seguir creciendo y ser cada día mejor. Nuestra comprensión, paciencia y tolerancia aumenta mientras transmutamos el dolor humano. No olvidemos de que todo lo que existe en el Universo es parte de un TODO mayor y nosotros somos parte de ese TODO. En ese fluir eterno y energético existimos, vivimos, nacemos, morimos y nos volvemos a reencontrar hasta que finalmente logremos Ascender y vivir desde nuestra Consciencia Cósmica. En ese reencuentro final estaremos todos como la gran familia Divina que somos. Razón de más para empezar a superar el dolor humano y transmutarlo en alegría Divina.       
                 

                                        


Luz, Vida y Amor


María Antonieta Gorelick, MD.

Priscilla Borrego, MD (idea original del artículo).

Tania Castillo, TH.




ETAPAS DEL DUELO
LAS PÉRDIDAS: IMPACTO, ASIMILACION Y EVOLUCION

SAGRADA ALQUIMIA

Cualquier pérdida se considera eso: perder algo que me es necesario, querido e importante para mí. Esto puede incluir desde pérdidas materiales, emocionales y hasta espirituales. Miremos a cada una de ellas en detalle y como cada una nos impactan en nuestro ser, sentir y actuar durante ese proceso de duelo por el que tenemos y debemos de pasar.
 Según la Psiquiatra Elizabeth Kubler-Ross, MD, quien trabajo por muchos años con pacientes terminales, ella observó que el Ser Humano experimenta ciertas etapas de duelo por las que son necesarias pasar. No todas las personas pasan por estas etapas o necesariamente en el mismo orden.
 Miremos a cada etapa para entendernos mejor cuando experimentamos una perdida. Por perdida entendemos no solo un ser querido que muere, sino también otras perdidas como: un divorcio o cambio en una relación (esto puede incluir amistades), sufrir una enfermedad, perdida del trabajo o cambio en tu estabilidad financiera y también cambio en tu forma de vida como llegar a tu retiro o mudarte a otro lugar diferente.